En sus primeros tiempos la agricultura no era tarea fácil. Las plantas en crecimiento debían ser protegidas de los animales salvajes y de las incursiones de los nómades y había que quitar malezas constantemente. Todo esto sólo podía ser logrado por muchas personas cooperando entre ellas.
Para cuidar de cada cultivo, varios agricultores unían sus fuerzas construyendo sus casas en los campos de plantación. Era importante que las viviendas estuvieran cerca entre ellas, ya que de esta forma la protección de los cultivos sería exitosa. Fue así como las viviendas en los campos se fueron amontonando cada vez más, hasta que finalmente surgieron los primeros pueblos.
El cultivo de plantas hizo que cada porción de tierra ofreciera más cantidad de alimentos que antes. Como había más comida, aumentó la población y surgió la especialización del trabajo.
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