
Clotilde, la mujer de Clodoveo, era muy católica. Aunque constantemente le pedía a su marido que se uniera a su fe, Clodoveo se mostraba reticente.
En una batalla contra los alamanes, el rey franco pidió ayuda al dios de Clotilde, prometiendo volverse cristiano si obtenía la victoria. El resultado le fue favorable y, cumpliendo con su palabra, se hizo bautizar junto a su hermana y trescientos de sus soldados. Más tarde alentó a todos los francos a que hicieran lo mismo.
De esta forma, después de una época convulsionada por las invasiones, los pueblos europeos quedaban unidos por la misma religión.
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